El sistema previsional argentino es un sistema solidario de reparto: los trabajadores activos formales, con nuestros aportes, financiamos las prestaciones de los pasivos, ya sea que perciban jubilaciones o pensiones contributivas o no contributivas. El estado nacional recauda los aportes previsionales personales y los reparte (por ello lo de régimen de reparto) entre los pasivos actuales. Así como hoy podemos ver las falencias del sistema, también es fundamental analizar alguna solución.
Los números no alcanzan
La relación entre trabajadores formales necesarios para financiar al universo pasivo se perdió hace mucho tiempo, por lo cual la solidaridad no es suficiente. En nuestro país tenemos casi 17 millones de ciudadanos percibiendo alguna prestación del estado nacional entre jubilaciones ordinarias, por invalidez, fallecimiento, regímenes especiales, moratorias, pensiones no contributivas por discapacidad, vejez, madre de siete hijos y AUH. Este compromiso de pago que asumió el estado nacional es de por vida con cada beneficiario mientras se mantenga la situación que dio origen al beneficio.
Sistema previsional: la nueva fórmula no termina de convencerA su vez, contamos con aproximadamente 10 millones y medio de trabajadores formales, el resto de los ciudadanos son trabajadores informales y los niños; por lo cual no habría más población potable para aportar y alimentar al sistema, a fin de ayudar con la sustentabilidad del mismo.
Planes de retiro, tendencia en el mundo
Dadas las situaciones de todos los sistemas en el mundo y las crisis que atraviesan, ya sea por el crecimiento de la expectativa de vida, por la baja tasa de natalidad, por el bajo índice de empleo formal (que es lo que alimenta a la mayoría de los sistemas para poder pagar a los pasivos), cada vez se paga menos en concepto de haber previsional, si lo comparamos con los ingresos que los trabajadores tenemos en la etapa activa o productiva.
Por ello, la tendencia mundial es planificar una mejor jubilación a través de los planes de retiro individuales, ya sea que los contraten las empresas como un beneficio para sus empleados (obteniendo beneficios impositivos y de ahorro en el pago de remuneraciones y cargas sociales en el largo plazo) o que lo contrate el mismo trabajador para generar un retiro sustentable, o proteger a su familia en caso de fallecimiento.
Los planes de retiro se cotizan a medida y de acuerdo a las necesidades de cada trabajador, considerando la edad del mismo, el grupo familiar, el nivel de ingresos y el monto al que el trabajador pretende aspirar al momento de la jubilación.
El objetivo primordial siempre será generar los ingresos necesarios para la etapa en que no podamos producirlos, ya sea por fallecimiento, invalidez o vejez, situación por la que inexorablemente pasaremos todos los ciudadanos.
Básicamente tenemos que tener en cuenta que los trabajadores independientes percibiremos alrededor del haber mínimo previsional y, los trabajadores en relación de dependencia podrían cobrar una jubilación que va desde un 20% a un 63% de la remuneración en el mejor de los casos; por lo cual se hace imprescindible contar al menos con un asesoramiento al respecto para poder tomar una decisión hoy que le signifique una solución a futuro.
Edades para ir pensando en el tema: desde los 35 / 40 años en adelante, con mayor razón cuando se tiene una familia a cargo.